domingo, 13 de abril de 2014

Sangre

Cuando vuelva la sangre se enquistaran las grietas, y las legañas, en un perpetuo baile isquémico, permanecerán atentas a la sucesión de calaveras que vendrán a repoblar las sendas.

Será entonces cuando los cobardes beberán su propia histeria, y dormidos en cualquier rincón tullido de la ciudad, decidirán vivir como un soldado homenajeado tras su muerte.

Sí, será entonces cuando se volverán de hierro las lenguas cansadas y los niños tendidos, las fuentes arcillosas y los claveles sin saliva. Se volverán de hierro, sí, como los caminos varados entre lo que fue, lo que vino y lo que no importa.

Y entonces tú, indiferente al fuego de las pupilas ajenas, reclamarás la vida en todos los atolladeros de lava, y me volverás a hablar de la soledad de los puertos y de las montañas cansadas, y te quedarás inmóvil junto a las avenidas -ya ríos- desoyendo el ruido de las navajas y las puertas.

Y entonces tú permanecerás eternamente adormecido entre el vértigo, el asco y la calma.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Así te recuerdo

Siempre huías: así te recuerdo.

Y a mi ya sólo sé recordarme restaurando palabras viejas de entre tus imperfectos silencios.

Pero tú huías, siempre, de madrugada o a media tarde,
- ¡pero ya a quién le importa el tiempo!-
Sencillamente salías y, eso sí, siempre cerrabas la puerta.


lunes, 2 de septiembre de 2013

ir

Ella le dijo: ¡VEN!
Y él le contestó que iba
Ella le preguntó: ¿y cómo?
Y él le respondió que en tren
Y ella luego le preguntó: ¿y cuándo?
Y él le dijo que lo antes posible
Pero entonces ella le preguntó: ¿y por qué?

Y fue cuando él decidió quedarse

domingo, 11 de agosto de 2013

Vivir en Atocha

Como sería vivir en Atocha
degustando los trenes que me llevan
y me alejan mil veces de Madrid.
Y dormir a solas, entre vagones
oliendo a noches de vacío o calor
pintando vías con sabor a carne
naciendo de frío cada verano
y sin nostalgia entre los raíles.
Lejos, lejos de todas las casas
sin camas ni manzanas ni relojes
quitándole camisas a la suerte
y muriendo un poco en cada rincón
eléctrico, sucio y mal pagado.
Lejos de las cosas, aquí en Madrid
donde ya nada me es raro y ajeno
y todas las farolas aún me miran,
sería mi refugio del pasado
esta estación que me acompaña hoy.

jueves, 18 de julio de 2013

Poema (inconclusión general)

Después de aquel invierno en tres entregas, esperó a que pasaran las lluvias para reinventarse en calles, macetas y tugurios.

Nunca nadie supo si conocía o no el camino de vuelta a casa, sólo algunos supieron que a veces amanecía entre flores o tinieblas, vestida a medias o con zapatos, y que entre espasmos recogía baldosines y farolas.

Y fue en la estación de las piernas agrietadas y los labios sangrientos cuando decidió abrir la ventana.

Y fue en esta misma estación cuando se dio cuenta que en la calle seguían las mismas camas, las mismas postales y las mismas hierbas.